viernes, 26 de febrero de 2016

Adriana Linde
Consultora de Steelmood

Hoy en día se tiende a relacionar las metodologías ágiles con el mundo del desarrollo de software, pero la filosofía de estas metodologías se pueden aplicar a más entornos (recordemos que LEAN, nació en las cadenas de montaje de Toyota).

En un proyecto de implantación de este tipo de metodologías, más aún cuando estamos ante organización tradicional, resulta complicado romper paradigmas que llevan en la cultura de la empresa desde hace tiempo, cuando los procesos y procedimientos internos están tan interiorizados, que ya nadie se atreve a preguntarse si realmente están aportando valor al negocio.

Ante una situación así, la dificultad de romper paradigmas es directamente proporcional a la frustración que sentimos de forma natural ante los cambios. ¿Y cuál es la mejor forma de paliar esa frustración? Primero: aceptando que el mundo que nos rodea sufre cambios continuamente; Segundo: ver la parte positiva del cambio (siempre la hay) y Tercero: adaptarse al cambio.
Y es que no hay mejor forma de afianzar conceptos que practicándolos. Así que un ejemplo de ello lo hemos vivido hace poco mediante la práctica.

Durante una sesión de formación en un proyecto de implantación, en la que a los participantes les costaba asumir que el cliente debía formar parte del día a día del proyecto de desarrollo. Así que les sorprendimos con un taller de simulación de scrum en el que tenían que "desarrollar" un producto novedoso relacionado con el mundo del deporte. Y digo "desarrollar" porque realmente tenían que fabricarlo con material educativo (cartulinas, tijeras, rotuladores, cuerdas, cinta adhesiva....).
Después de vivir esta experiencia, muchos de los participantes (la mayoría jefes) se dieron cuenta de la importancia que tiene que el cliente forme parte del equipo de proyecto, como si fuera un miembro más.

En próximos artículos os contaré en detalle en qué consistía la simulación. ¡Estoy segura que repetiremos la experiencia!

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